Charlas vacías
carentes de sentido.
Las que son por compromiso
y no saben de cariños…
Promesas vanas
que quedan en el aire,
las que no se mantienen
y en el olvido caen…
Deseos frustrados
que nunca se cumplieron,
que nunca revivieron;
son esas semillas
que nunca florecieron…
Cadenas de confort,
ataduras de rutina,
cansadoras, aturdidoras,
las que nos dejan en la ruina…
Miradas estrechas
que sólo ven adelante,
que no admiran el paisaje
que la vida nos ofrece…
Corazones clausurados,
por las penas son cerrados
y el candado que los encierra
no tiene llave que lo entienda;
no encuentra la manera
de liberar a sus prisioneros…
Cómo revertir todo esto
no se puede enseñar…
¿Cómo explicar el «click»
que debe hacer la cabeza?
¿Cómo transmitir la manera
de enriquecer las charlas
y ya no hacerlo por compromiso?
¿Cómo mantener promesas,
que no sean palabras vacías,
siembra de falsas esperanzas?
¿Cómo revivir los deseos,
regar esas semillas
que esperan florecer?
¿Cómo romper con las cadenas
que nos asfixian
y liberarse para explorar
este mundo de vida?
¿Cómo expandir la mirada,
mirar al costado, mirar al otro
y ver que el pasto es verde
tanto de tu lado como del otro?
¿Cómo abrir el candado
y liberar el corazón
ya sin miedo a la expresión?
¿Cómo decir que dar el primer paso
firme, contundente, es lo más importante
para lograr un buen cambio?
Un primer paso
que hace la diferencia.
Es para cada uno distinto
pero igual de necesario…
Cuesta cambiar… reconocer errores propios y aprender de ellos…
Cuesta cambiar… dar el primer paso y salir de la zona de confort…
Cuesta cambiar… crecer de manera que no nos cueste la expresión…
Cuesta cambiar… pero ese primer paso es un buen comienzo…